Comienzo la crónica con el regreso a Madrid de un viaje de trabajo que me había llevado hasta Gran Canaria:
Martes 15 de diciembre, son las 6:30 de la mañana, salgo a la calle y está todo nevado. Piso sobre el asfalto y parece que la nieve es poco consistente. ¡A por la Fuoco!
Bajo por la Castellana a unos 40 km/h, si acelero más de ¼ de puño la rueda trasera se va para todos los lados y las delanteras intentan ir en sentido transversal. Es divertido porque no hay coches, voy prácticamente solo. Al llegar a Cibeles la nieve es barrillo apestoso; desliza mucho, pero la Fuoco se comporta más o menos como con lluvia intensa (menudo invierno estamos teniendo para poner a prueba los triciclos). Si te pasas un poco inclinando o con el acelerador la moto derrapa bastante, pero de manera noble.
Los días siguientes hubo lluvia, mucho frío y viento: qué delicia ir en un vehículo al que las rachas de viento no le afectan. Es curiosos, notas como las ráfagas te mueven la cabeza y te ves obligado a agarrarte más fuerte al manillar y, sin embargo, la moto no cambia de trayectoria.
Lunes 21 de diciembre. 6:30 de la mañana. Abro la puerta de la calle y hay unos 10 centímetros de nieve. Piso la carretera y debajo está muy duro, cruje a cada pisada y soy consciente de que no estoy caminando sobre asfalto, sino sobre nieve apelmazada. ¿Metro o Fuoco?, difícil solución… pero vamos a escribir una página épica. Antes de continuar con el relato, debo deciros que, si otro día vuelvo a ver estas condiciones, iré en metro.
Lo peor es sacar la moto de la rampa del garaje: hasta en tres ocasiones tuve que coger carrerilla ya que, en los metros finales, patinaba tanto la rueda trasera que se “moría” antes de superar el resale que me permitía acceder a la calzada. Ya en la calle me doy cuenta de mi error, la Fuoco va por donde quiere y no logro encaminarla de manera coherente por donde yo decido trazar.
A unos 15 km/h logro salir a la Castellana. Es paisaje es ¿fantástico?: todo completamente cubierto, algunas huellas de coches sobre el asfalto (luego descubrí que era mejor no pisarlas, porque eran hielo puro) y un Audi A4 atravesado a la altura de Bárbara de Braganza. El termómetro marcaba -3º. No paso de 20 km/h y al llegar a Cibeles cierra el semáforo. Toco con infinita suavidad los frenos y la Fuoco se atraviesa completamente. El conductor del autobús de la EMT que había parado a mi derecha me hace señales con su dedo índice en la sien. Apenas había un par de coche en toda la Castellana. Intento enderezar la moto en lo que entiendo que es un carril (estaba todo completamente cubierto) a base de acelerar suave y resulta imposible: patina tanto de atrás, que todavía se atraviesa más. Bloqueo las ruedas delanteras, me bajo de la moto y muevo el “culo” de la Fuoco hasta conseguir la posición que más me conviene para cuando cambie el semáforo a verde. Hasta llegar a la oficina me pasaron 3 ó 4 más como esta. Desde luego no se lo aconsejo a nadie y me arrepiento de haberlo hecho, pero os puedo asegurar que con una moto convencional (sin ruedas de tacos) hubiera sido imposible desplazarse más de 10 metros en esas condiciones.
Y pasan los 1.000 kilómetros
La Fuoco se iba soltando cada día más y el motor ya subía de vueltas con cierta alegría. Al pasar la revisión decidí irme casi hasta Ávila (a la altura de Valdemaqueda creí morir congelado: es cuando decidí poner cubrepuños a la moto) para probar las aptitudes de este triciclo.
Va más corta de desarrollo que la Nexus o la X9-500. A 140 km/h va casi a 7.000 RPM aunque, es su defensa, diré que recupera mucho mejor. Pero el consumo es notablemente mayor. No la consigo bajar de los 4,6 litros a los 100 km en carretera, cuando a la Nexus la había conseguido sacar 3,2 (variador Polini y una velocidad de crucero de unos 130 km/h). Debo reconocer que en todas las pruebas de consumo hacía bastante viento racheado, en muchos momento frontal… seguiré insistiendo cuando la meteo mejore.
Hasta 100 km/h es un aparato imbatible: no hay curva que se le resista. Subí el Pto. de Galapagar detrás de una Hayabusa y, sin ir haciendo ninguno de los dos el loco, debo reconocer que subíamos muy rápido. Él se escapaba en la salida de las curvas con un golpe de acelerador, pero al estar en plena “plegada” yo tenía más velocidad de paso en curva que él. Al límite, la rueda trasera tiende a derrapar lateralmente con cierta facilidad. Creo que el peso extra del tren delantero (unos 50 kilos) desequilibra el conjunto. Casi os diría que pisa mejor cuando vas con pasajero (mi churri pesa poco más de 50 kilos).
En autovía es otro cantar. Ya he leído por algún lugar que a las motos de tres ruedas les falta rigidez cuando vas a gran velocidad. Nada de eso, lo que sucede es que, al tomar curvas a más de 130 km/h la rueda trasera tiende a buscar la línea recta de la delantera y no la encuentra. Este es un fenómeno relacionado con el efecto giroscópico del tren posterior, que en todos los vehículos tiende a “autodireccionarlos” y se salda con unos vaivenes en la dirección. Sí he observado que si sueltas el acelerador, ese efecto se nota más: al volver a "enroscar" con ganas se neutraliza bastante. Pienso, y espero no equivocarme, que al dejar la moto sin tracción a esa velocidad, el efecto de autodireccionamiento es el que hace que se mueva la dirección. Al volver a acelerar con decisión, generas un par de fuerzas superior al efecto giroscópico y mejoras la direccionabilidad. Desde entonces hago lo siguiente (en curvas de gran velocidad): suelto gas antes de entrar, pliego y, cuando la moto ya está inclinada acelero progresivamente para evitar que ella tome sus propias decisiones. Aun así se sigue notando un cierto flaneo lateral que, sin ser nada preocupante, si no estás avisado resulta cuanto menos curioso, pero nada peligroso, ni que pueda poner en peligro nuestra integridad o el comportamiento de la moto.
Seguramente, si las ruedas delanteras fueran de 14 ó 15 pulgadas de diámetro (a mayor diámetro mayor efecto giroscópico) este efecto desaparecería.
Por cierto, a los usuarios de las MP3 LT: me han asegurado los expertos que, con el ensanchado de ejes delanteros (le han puesto un separador a cada rueda para cumplir las premisas legales y homologarlo como triciclo) se agrava este problema todavía más, por lo que hay más de uno que ha desmontado las ruedas delanteras para retirar el separador y dejar la MP3 tal y como se había diseñado en origen, que es como mejor estabilidad tiene.
Espero no haberos aburrido con este ladrillo. Siento no haberos puesto fotos, pero entenderéis que, con estas temperaturas y todo el rato lloviendo o nevando, se convierte en toda una aventura sacar fotos.
SaludosEstadísticas: Publicado por Pabloski — 31 12 , 2009 1:38 pm
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